sábado, 26 de enero de 2008

Enamorados del amor

La otra noche zappeando llegué a una típica comedieta rómantica de amores y desamores en las que los guapos y sosos protagonistas (Jennifer Lopez y Matthew Mcconaughey) sabes que van a acabar juntos desde el primer minuto de la historia. Pero lo increible de la película, fue cuando el padre del personaje de Jennifer López le dice a su hija que él y su esposa se conocieron el día de su boda, es decir, era, como se llevaba antiguamente, y hoy también en los países menos occidentalizados, una boda concertada. El padre le explicaba a la Lopez, que él tuvo que conocer a su esposa, a partir de casarse con ella. Primero le fué cogiendo simpatía, después empezó a mirarla con respeto, luego surgió el cariño y finalmente el amor apareció, un amor más fuerte, profundo y duradero que los que la mayoría estamos acostumbrados a vivir.

Vale que era ficción, que era una peli, pero esa idea me disparó la mente. Corcholis, ¿Llevo equivocada toda la vida?¿y si lo que he creido que era amor hasta hoy en día no es nada? ¿Y si es cierto que el amor es algo que crece basado en un profundo respeto a la otra persona?
Entonces, lo que a veces creemos que es amor es solo enamoramiento, enchochamiento o atracción física, pero en ningún caso amor.

Conoces a alguien un día, te sientes atraido, así que empiezas a conocerle más, pero no puedes amar, porque no conoces al ser en su totalidad, solo has visto una pequeña y externa parte de su ser. Lo que sientes es química, pero no es aún amor.
Puedes sentir enamoramiento, que es ese subidón del alma y el corazón cuando alguien te gusta y crees que puede ser especial, pero eso tampoco es amor.

Al fin y al cabo, el sentirte atraido por alguien, e ir conociéndole y descubriendole poco a poco, es muy parecido a lo que explicaba ese señor de su matrimonio concertado. Solo cambia el punto de partida, en un caso es una mirada, en el otro un contrato. Pero el devenir de los hechos es muy similar: el amor es un constructo mental-cardio-temporal que sucede al darle una oportunidad a la otra persona, y de respetarla como tal, y dejarlo crecer con el paso del tiempo, y de ver su actuar ante la vida.

Esta reflexión no viene a cuento de que apruebe los matrimonios concertados, sino solo que el verdadero amor no es lo que creemos cuando nos da por enfermar y deprimirnos porque se acaba una historia con alguien que era egoista y ególatra, con cuyas ideas no siempre estamos de acuerdo, que no nos hace felices pues (haya o no discusiones) la relación con resulta dolorosa y no gratificante, que no nos gusta como se enfrenta a la vida, que no admiramos la gran mayoría de sus virtudes...en fin, que la base de esa unión es la atracción mutua inexplicable de modo racional.

El amor verdadero es querer a alguien porque sus virtudes y su ética te parecen increíbles, porque lo respetas como persona y como profesional, porque crees que te aporta serenidad, conocimiento y alegría, y tu también se lo aportas. Porque sabes que puedes contar siempre con él. Porque también, por supuesto, hay atracción física y sexual, si no a primera vista, si después. Y, sobre todo, porque pase lo que pase, te hace reir. Te hace ver la vida desde un prisma de gratitud y alegría.

Así es como amamos a nuestra familia, a nuestros amigos, y como queremos amar a nuestra pareja. Yo, desde este punto de vista, me he enchochado multitud de veces, pero solo he conociedo el Amor dos. La primera, el tiempo demostró que era inviable, los caminos divergían, no había más posibildad de entendimiento....no había madurez para cultivarlo, y dejó de ser. La segunda, era perfecto, cumplía todas las premisas para ser para siempre. No lo fué, pero fué amor verdadero y correspondido. ¿Que suerte, no?

Besos a los que aman, y a los que quieren amar.

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